
"Me siento discriminada", repite Najwa Malha, de 16 años. Desde la semana pasada la dirección del instituto Camilo Jósé Cela de Pozuelo de Alarcón (Madrid) no le permite asistir a clase de 4º de la ESO. ¿El motivo? Hace ya casi dos meses Najwa, española de origen marroquí, optó por cubrir su cabeza con el hiyab (pañuelo islámico). Cuatro de sus profesores le formularon otros tantos apercebimientos, el último el 8 de abril. Se le reprochaba "llevar la cabeza cubierta, incumpliendo las normas del reglamento de régimen interno". Mantenía así "una actitud contraria a las normas de convivencia en la clase". El artículo 32 del reglamento prohíbe ir vestido de forma provocadora o llevar la cabeza cubierta Najwa, que nació en España en el seno de una familia marroquí que emigró en 1986, optó por llevar pañuelo en contra de la voluntad de su padre, Mohamed Malha, un hombre piadoso. Preside el Centro Cultural Islámico de Pozuelo y la asociación musulmana que regenta la mezquita local de Al Gohfran. Le pedí a mi hija que aplazase su decisión de ponerse el hiyab porque sospechaba que podría acarrear problemas", indica este celador de una clínica madrileña. "Yo quise dar el paso porque quería dejar claro que me gusta mi religión", asegura Najwa. En el recurso el padre asegura que el pañuelo "no dificulta la identificación" de su hija y recuerda que el uso del hiyab es "una manifestación de la libertada religiosa garantizada por nuestra Constitución" en su artículo 16.
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